martes, 9 de junio de 2009

Miradas.


A veces, cuando me siento delante suya, me mira. Durante un instante sus ojos se fijan en mi y me exploran desde la cabeza hasta los pies. Y aunque lleve la ropa de siempre, me siento desnuda como nunca.

Me mira y, de repente, se paran sus ojos, se transforman en un simple espejo y yo dejo de existir. Yo no miro, no quiero saber si me sigue mirando. Se que ya no me ve, que mi cuerpo ha desaparecido repentinamente, que me he transformado en múltiples bolitas de jabón, medio transparente, flotante. Como de una vez, separado y dulce, mi cuerpo ya no refleja incertidumbre ni está más desnudo; Ahora soy solo esas pequeñas bolas que viajan por la habitación sin saber bien donde posarse. No se da cuenta de que ya no estoy porque ve a través de mi, mira la pared, la mancha que hay justo detrás de mi nuca y huele mi aroma. Sus ojos dejan de ser un espejo y son un abismo claro, como el de una cascada, y una parte de mi se cuela por sus ojos y resbala rápidamente por su cascada hasta llegar a su boca. Bosteza y me hace salir de un tirón de su cuerpo, ahora más húmeda que antes, aún floto.


Me voy recomponiendo ante sus ojos, lentamente voy uniendo mis extremidades y mi cara se vuelve a formar. Empiezo a tener reflejo en sus ojos que dejan de ser abismo y cascada. Noto mi peso, mi cuerpo sentado en la cama, mi respiración y mis manos. Vuelvo a estar, vuelvo a verme.

Parpadea y su mirada ahora parece interrogarme, bien sin atreverse a preguntar si el sueño vino o simplemente su mente habia volado hacia otro sitio. Sin saber yo tampoco si contestar, sonrío y eso alivia el ambiente.

De mis labios sale una frase, con voz tímida y temblorona anuncio mi intención de irme de allí. Una mirada severa recae sobre mi ser y me siento más pesada que de costumbre; Me hace dudar sin conocer la respuesta a mi pregunta sobre si irme o quedarme. Decido seguir mi voluntad e irme.









... y es que a veces, me siento tan pequeña que desaparezco....