domingo, 10 de enero de 2010

B-H.

Cae la primera, cuesta abajo y sin frenos, más gorda de lo que pensaba y resbala por ese tobogán sin color que, lleno de poros, va absorbiendo cada parte de ella.
Cae la segunda, cae hasta abajo, reuniéndose con la primera, caen juntas.
Con la tercera, va acompañando el sentimiento, esa ira o molestia que cruza corriendo la calle y no mira si viene alguien más.
Desde la cuarta, todas salen más fácilmente, más rapido, sin cesar.
Eso que siempre está abierto, se cierra por completo, se aprieta y hasta llega a doler. De ahí nacen las demás, que van cada vez más desazoradas cuesta abajo.
Comienzan los gritos, inhumanos, lánguidos, largos y grises que ocupan toda su cavidad y van explotando el uno tras el otro. El dolor que se desprende de ellos no distingue de colores.
Con las vías mojadas, las ropas húmedas y el sentimiento a cuestas, es complicado sonreir. Y derrapa.
Derrapan los ideales de bonheur y los ideales más profundos. Derrapa la perseverancia y se rinden a lo más sencillo. Volver.
Sacar lo que, tantos años guardado, ha dolido tanto. Sacar lo que, después de empolvarlo toca soplar y pensar que por un tiempo, no estará mal. Y saber que se equivocan.
Ahora lo que antes caía, sube, ahoga, transpira, se pierde y no tiene más salidas.
Pero quizás sea la mejor opción...
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al fin y al cabo, ¿ quién a puesta a 10 ?