viernes, 27 de marzo de 2009

Aromas


Unas manos que van cortando la naranja de tu vida, y ahora un suspiro que no sabes bien cómo delinearlo. Mucha gente y otro tren que se marcha, pero la naranja se resiste a terminar de ser pelada y sus manos parecen cansadas. Segundos pasan esperando acabar y todo parece alargarse. Ahora le hablas, pero no contesta, sonrie para sí y agacha la cabeza. Sigue con la naranja entre las manos, la mira, le quita un poco más de piel y lanza una risa al aire que te hace sonreir.


Con la impaciencia típica de los niños pequeños que quieren y desean todo aquello que no tienen o no han tenido, esperas que te de esa hermosa naranja bien pelada, sin más temor que el de que se esfume antes de comerla. Ya tienes la boca llena de saliva, te lo ve, y se vuelve a echar a reir. Ahora tus ojos y los suyos se han cruzado y por un instante se te ha parado el corazón. Hacía mucho tiempo que no mirabas sus ojos, negros, envolventes, que junto con su piel blanca y su pelo negro daban el paraíso a tus dias lejanos. Parpadeas y tragas, mejor no mezclar corazón con necesidad, vuelves a desear la naranja por encima de su aroma. Era un ejercicio difícil, ambos lo sabíais, pero os arriesgásteis a pesar de todo.


Te la da. Te la ofrece junto con su corazón, al que envuelve del mismo color pero con diferente textura, el suyo parece un corazón noble y la naranja parece una simple naranja. Y dudas. ¡¡Cómo no dudar!! te preguntarías seguro en ese instante. Yo te vi, te lo puedo asegurar, te vi dudando pero supe que cogerías la naranja, no es lo tuyo eso de ir recogiendo corazones en estaciones de trenes. Alargaste la mano y con un ligero tembleque que notaron todos los que estaban sentados por allí cerca, cogiste la naranja, su mano izquierda quedó vacía y te dedicó una sonrisa que no se correspondía con la tristeza que, de repente llenó, como llena el agua una lavadora, sus ojos. Hasta quedar casi inundados. Se levantó viento y entró por los portones que eran a la vez entrada y salida.


Bajaste la mirada y te encontraste con el suelo rosado y gris, cercano al andén del que hacia poco, se habia marchado un tren con destino a alguna ciudad que tú desconocías. Con destreza, deshiciste toda la naranja y te la fuiste comiendo, gajo a gajo, saboreando para tí cada gajito interior, y cuando ya sólo quedaba uno,le ofreciste un poco. Con el viento dando en sus cabellos negros y sus ojos que te miraban sin saber bien qué expresar, acariciaste su cara como si fuera la última vez, como sintiendo que era el momento de dar un adiós. Sin comprender muy bien por qué. Viendo que no habia intenciones por su parte de comerse lo que quedaba de naranja, te la comiste tú y luego comenzaste a chuparte los dedos lentamente, como si en cada dedo una idea nueva se formara en tu cabeza, como si cada minuto que gastabas en limpiarte las manos contara para salvar vidas.


Te sentaste a su lado, de tú a tú, y eso aceleró tu corazón. Su cara ahora olía a naranja y había sido tu culpa. Jamás supiste disculparte. El reloj seguía avanzando y yo a tí te veía igual, sin moverte, sin un gesto en tu rostro o en tu alma, como parado. Llegó el tren y lo miró. Te miró. Volvió a mirar el tren. Se acercó a tí y te besó la mejilla, tú te quedaste allí, se levantó, le ondeó la falda, le ondearon los cabellos y se adelantó hacia el tren. Se giró y te sonrió como sólo saben hacerlo los ángeles. Una vaga sonrisa se dibujó en tu rostro, aguantabas los deseos de ir al tren, de no dejar que se fuera. Necesitabas algo de tiempo. Pero no lo tenías. El tren se puso en marcha, te dijo adiós desde una ventanilla, y su mano se iba desdibujando lentamente de tu mirada. Ni siquiera te levantaste del banco. Yo te ví.







....Yo te ví.....

lunes, 16 de marzo de 2009

No lo tiene.

No lo tiene. No es que crea que lo tiene, no, es que no lo tiene. Es fácil, pero difícil a la vez. ¡Y eso que hay gente que no lo entiende!. Pero es que no lo tiene. Se lo ha buscado ya por todas partes, simplemente no se cansa de buscarlo. Y un dia mas no lo tiene, ni siquiera hay un boceto o un airecillo para tenerlo. No. Es que lo sigue sin tener y a veces no lo busca, pero no tarda mucho en volver a buscarlo. Un dia quiso creer que ya lo tenía, pero en seguida vinieron a desmentírselo, no le fue fácil. A mi tampoco. Todos se empeñaban en gritarlo pero no lo quiso escuchar. Yo también hice oidos sordos. Quizá fue culpa mia. Es extraño preguntárselo ahora. ¿ Fue culpa mia?... ummm.. nunca lo tuvo!. No, no creo que fuera culpa mia, pero quizá sí. Y... no, no me atrevo a preguntarle. Si lo sigue buscando hoy en dia ( que no lo se ) puede que ya lo haya encontrado. Que por poder, poder... ¡puede!Y yo no debería preocuparme por estas cosas, pero sino lo hago ya no se de qué preocuparme. Mejor que no mires hacia abajo, que puede que te asustes, no?.









... vuelta y vuelta de la tortilla....

lunes, 9 de marzo de 2009

El dia perfecto.

Acabo de matarla, sí, por fin lo he hecho, la he asfixiado lentamente con mis manos, sintiendo sus últimos latidos en mis dedos, sin más vuelta atrás. Con su cinta en el pelo, su flequillo ya despeinado y su falsa sonrisa siempre me ha quemado la sangre, y ya por fin esta mañana he hecho lo que tenia que haber hecho hace demasiado tiempo. No puedo decir que haya sido fácil, sería engañarme.

Empecé zarandeándola cada vez con más fuerza y rabia, hasta notar que su cabeza comenzaba a girar en demasiados grados y luego comencé a calcular, si, con una sola mano me bastó. Puse una mano en su cuello y pude abarcarlo todo, pero para asegurarme, puse mi otra mano encima, por mayor seguridad, nada de especial. Respiré hondo y vi como me miraba a los ojos, me vi reflejada en ella, como otras tantas veces cuando nos veíamos por la tarde y nos sentábamos a hablar en su cama. Pero esta vez era diferente, me veía mejor que nunca, sus ojos estaban muy abiertos y desprendían su última luz, y yo era esa luz. Comencé a apretar, con un poco de miedo, si he de ser sincera, pero solo un poco, porque poco a poco me fui dando cuenta del mucho bien que me hacía apretarla contra mis manos; Muy diferente de cuando la estrechaba junto a mí y la veía sonreir. Mi fuerza aumentaba casi sin saberlo, mis dedos la apretaban más y lejos de conseguir darle placer, fui quitándole la vida lentamente ( o rápidamente, según se vea.. ) sin que hubiera más remedio.

Su rostro se ponía rojo, luego blanco, amarillo, finalmente un poco azul, y la noté deshacerse entre mi piel, fundirse en la nada y quizá, descansar en el cielo. Aún no lo se. Su cuerpo cayó al suelo en un instante donde mi piel se ponía tensa y mejoraba su color, como un baño de pintura o de crema, yo me encontraba mejor. La cambié de postura, había caido en una postura un poco provocativa y yo no tenia ganas de aguantar la última de sus tonterías. La puse boca arriba con los brazos doblados sobre su cabeza y le abrí un poco la boca, le coloqué las piernas de manera que tocaran todo el suelo, para que se sintiera más segura, por lo menos, con los pies en el suelo. Que ya es algo. A mucha gente le gustaría sentir el suelo en los pies y no puede, así que a ella le condecí un último deseo, aunque no estoy segura de que se diera cuenta.

Sonreí, respiré hondo y me lavé las manos, no había sangre en ellas, pero aún así, su piel me parecía un tanto sucia y preferí asegurarme antes de ponerme enferma. Me lavé la cara con el agua más fría del grifo, me mojé un poco el pelo y tonteé con el espejo hasta que me dio por reir. Al volver a la cocina, ella seguía allí, tendida en el suelo en la misma postura, con la falda quizá demasiado levantada y el pelo muy sucio, cada vez me gustaba menos. Me dió hambre verla así, con la expresión congelada y tan rígida... me digné a hablarle: "No estés tan tensa, cariño, estamos en familia", pero pareció no escucharme. Cogí una manzana, la más verde y jugosa de toda la cesta y le di un mordisco lleno de rabia, de liberación, la degusté y tras acabarla, sentía que era uno de los momentos más felices de mi vida.

Me fijé en que había llorado, yo no, lógicamente, ella. Tenía el rostro mojado y algunos pelos también, sin embargo en mi mente no llego a recordar el momento exacto, y eso que pensé que no me estaba perdiendo ninguno de los detalles. Mierda!. Cerré los ojos y me concentré en repetir toda aquella escena en mi cabeza... Nada!.. aaaagggh, ahora la odiaba más todavía.


Bueno, al fin y al cabo, ya no volverá a molestarme más. Creo que nunca me molestó, es más, ni siquiera lo intentó.








...pero jamás te diré que me arrepiento....