jueves, 19 de agosto de 2010

alturas

Hoy por la calle vi a un hombre pensar, es raro encontrarse a gente pensando por la calle. A mí, por lo menos, me resultó raro.

Empecé a preguntarme sobre qué dudaba yo, y la verdad es que no supe la respuesta hasta pasados unos minutos, cuando me vino rápidamente el flash. ¿Por qué no podemos volar? ¿Qué es lo que nos impide alzar el vuelo? La respuesta estaba clara, las piernas. Por culpa de las piernas no podemos echar a volar, ellas son las que nos mantienen fijas en el suelo, nos atan con lazos invisibles y nos hacen caminar y estar más cerca del corazón de la tierra. Son como alguien caprichoso, como un niño que quiere una golosina y hasta que no da con ella, no termina su lloriqueo. Ellas nos mantienen de pie y no nos perdonan el hecho de querer volar, así que no se despegan jamás.
¿Y si nos cortáramos las piernas para volar? Sería maravilloso, podríamos surcar los mares y sobrevolar los tejados de la gente, ver cómo el flamenco llega a tierras inexploradas para alimentarse y ver cómo se forman las nubes. Sería maravilloso.

Con este tipo de razonamiento no entiendo por qué no hay más gente sin piernas, volando. Yo si pudiera, sería de esas que vuelan. Y volaría alto, muy alto hasta dejar la tierra pequeñita y poder verla desde la noche, o el día. Yo volaría sin alas, pero si las tuviera, serían de colores, como el arco iris que sale cuando llueve y hace sol a la vez. Dos cosas incompatibles pero reales. Como la vida y la muerte.

¿Tú hacia dónde volarías? ¿Visitarías ciudades o bosques? Yo me haría amiga de las aves, para que me enseñasen el camino, volaría con palomas blancas y con águilas reales a través de las nubes de mi país, o de otro. Sentiría los rayos del sol bronceando mi piel y luego la frescura de la lluvia sobre mis cabellos.

Dejaría atrás las fronteras, las razas, las religiones, las cuestiones diarias de la vida, los pequeños enfrentamientos, el color de la razón. Formaría parte del mar, de las ilusiones, de los deseos, del sol y de su viento, de los suspiros que forman vendavales, de las olas al chocar con las rocas de la playa, de la furia y su vida. Formaría parte del mundo, en cada esquina, en cada pecera, en cada vez, formaría parte de todo. Volaría alto, muy alto hasta sonreír, hasta ser puro corazón con sus palpitaciones, hasta ser un solo color y un solo plumaje. Volaría hasta ser un ave más, para siempre tener fuerzas, para no descansar.

Volaría, yo lo tengo claro, yo volaría. ¿Y tú? ¿Volarías conmigo? Yo te hago un hueco aquí, cógeme de la mano y sonríe.