sábado, 6 de febrero de 2010

Hoy.

Estoy feliz.



Lo que forma cada una de las partes de mi ser, mi cuerpo, mi alma o mi interior me hace ahora mismo estar aquí. Todas las coincidencias de mi vida me han llevado a este momento y supongo, que para este momento en concreto, esta será la mejor situación. Sólo puedo suponer.
Mis dias se pasan entre libros, las letras y las melodías de las canciones que me van formando y creando poco a poco. Los modales que desde pequeña me enseñaron y las sonrisas o los llantos con los que voy sazonando las horas.
Mis pequeños quebraderos de cabeza, las pequeñas discusiones conmigo misma o los arranques de sonrisas que me levantan el ánimo cada mañana.
Me encantan las flores, me gustan los colores que las componen y sus olores. Me gustan los ramos de flores aunque me de vergüenza comprarlas y llevarlas por la calle. En mi salón, quiero flores.
Me gustaría levantarme una mañana al amanecer, cálida y templada, con mi gran ventana descubierta y ver amanecer lentamente, sin gafas de sol, sin caparazones y con flores. Ver elevarse la luz del dia y poder disfrutarlo, saborearlo.
Quiero hacer pasteles, decorarlos de azul vivo, hacer otro pastel más y no comérmelo. Verlo, formado, grande, pequeño y dulce. Salir a dar un paseo con un gorrito alado y con unos tacones pequeños que me elevaran lo justo para hacerme sonreir.
Escribir siempre me ha llamado la atención. Me cuesta, lo entiendo, pero lo hago, es una práctica que no pierdo. Me gustaría poder escribir más a mano, pero me cansa la lentitud de mis palabras, el ruido del bolígrafo al deslizarse por el papel y la rugosidad de éste cuando lo toco.
Me gusta pintar, colorear, tener un folio gigante, blanco, fresco, hermoso sobre el que plasmar mis pequeños detalles, mis fantasías de cuando era niña y aún no sabía qué iba a ser de mi.
No me asusta el futuro porque me contento con el presente y aunque haya dias en los que no lo veo, tengo siempre algo que comer, tengo siempre aire puro que entra en mis pulmones, tengo tiempos de paz y de guerra, de sonrisas y lágrimas, tengo lo que busco y espero. Lo tengo todo.
Me tengo a mí, a mi manera de verme, a mis cosas. Se, que igual que yo me veo, no me ve nadie. Que yo soy sólo para mí y que los demás me ven de otra manera muy distinta, pero no me importa. Necesito de la aprobación de los demás para sentirme bien, que me halaguen y que me regalen alguna sonrisa es lo que más me place. Necesito de los demás para poder ser yo, y si me fallan los demás, a veces, me cuesta encontrarme a mí misma, pero nunca me pierdo.
Son mis pequeñas dudas, sobre cómo depilarme las cejas o el color de mi pelo las que me asaltan como las grandes dudas diarias, porque lo demás, es perfecto. Perfecto dentro de su imperfección, de su magnetismo, de su dinámica. Del péndulo.
Soy una persona que sin los demás no sabe estar, que si le falta un poco de luz al día, no encuentra la salida en ese instante. Pregunto cosas que parecen absurdas, pero que me envuelven en un universo con cada respuesta obtenida. Y aprovecho los momentos para escribir.
Con cada tecla, palabra, suspiro, sentimiento me recreo de nuevo, y aunque no cambio mucho, me transformo.
Me gusta la vida, sus colores y sus días. Me encantaría no dormir por las noches y hacer más caso a mis emociones, dejarlas salir y poder profundizar más en mí. No tengo problemas. Al menos, no importantes.
Gozo de buena salud y tengo una familia que me quiere y apoya. He sabido buscarme unos buenos pilares que me sujetan en cada una de mis decisiones. Y por eso, sigo en pie.
Si, necesito de los demás igual que otros demases necesitarán de otros, es la típica cadena. Así es la vida. Pero me gusta.
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...y no lo cambiaría por nada.