lunes, 27 de octubre de 2008

Vámonos...

Me senté en un banco a esperar, ver las hojas que me iban agarrando la piel y quemando los sentidos. Pretendía arreglar el mundo cuando lo que necesitaba era que el mundo me arreglase a mí. Tan descompuesta, tan desordenada, con tantos colores, colores que fluyen como las aguas de un rio que no van a ningún lado. Sentada en el banco, viendo a los niños jugar con la pelota, sin más preocupación que reir, soñar, avanzar... Tan bonitos, tan inocentes.
Las bolsas revoloteaban como podían revolotear en mí los sentimientos que despertaban en ese momento, como las hojas que se movían al compás del viento, mirando las estrellas como las miran los enamorados en una noche de verano, como los cisnes que van y vienen en un lago, dejándose llevar por las corrientes de agua fría, y a veces, caliente. Y con las bolsas, mi alma revoloteaba, sin complejos, con ganas de crecer y no parar jamás, de llegar más lejos que nadie, de pisar la Luna... mi alma quería ser tuya, ser de los dos... ser un alma completa y estable, con gamas de colores y viva... dejar de ser un alma escondida y sin sentido, bonita y agradable. Que ocupara mi cuerpo y al mirarme la gente a los ojos, vieran cómo estos brillan, relucen, son únicos... Unos ojos para el recuerdo, para siempre.
Hoy me he cortado el pelo, y con cada mechón caído, una sensación de ligereza se iba apoderando de mí, cada vez más ligera me pareció que subía al cielo y luego bajaba, por supuesto, bajaba hasta el subsuelo. Hoy me he cortado el pelo, y parecía que me cortaban los recuerdos más escondidos, los recuerdos de niñez, los recuerdos de la vida. Hoy me he cortado el pelo, ya no soy la misma que ayer, parecida a la de mañana, pero nada será igual. Sí, nunca nada es igual. Las cosas cambian, las personas también. Y, o cambias, o te quedas atrás... A nadie le gusta quedarse atrás. Mi alma quiere crecer.... aprender a crecer con lo vivido, con lo que le queda por vivir...





..Sentada en un banco, con el pelo corto, mi alma quería crecer....

sábado, 25 de octubre de 2008

Une premiere fois...

Los colores se me volvieron gama de grises al ver tu mirada desaparecer en el horizonte, y sin saber muy bien qué decir, cargó sobre mi espalda el peso de una pluma de algodón. Quizás nada para el mundo, todo un mundo para mí.
Si tus manos hubieran hablado en ese instante y no se hubiese impregnado el aire de humedad las cosas tendrían color, una vez más, quizás para siempre. Pero aquí seguimos...
Y ahora la estación no acompaña, todo marrón, las hojas se caen, no dejan ver el suelo, no dejan ver la realidad, ahora la estación me arropa y me tiende su manto de hojas para protegerme del frio sin saber muy bien a cuánto cobra la hora...
La cabeza me estalla desde ayer, creo que se me han metido ácaros entre las ideas y me las están saboteando. Ya ni las pastillas me hacen efecto. Y ahora sale el sol. Irónico, sin duda. En el momento del Big Ban también salió el sol, justo en ese instante... Y no lo llegué a entender. Si duele tanto, por qué brilla el sol? Qué esconde??
Y ahora todos los pensamientos son amarillos, ya nada tiene un color rojo esperanza o rojo alentador... ni siquiera rojo pasión. Ahora el amarillo está reinando en este mundo de incomprensión.

Así que, para que el sol no me moleste, me pongo unas gafas de sol, y me visto de blanco, unos tacones y me como el mundo... que para eso está el mundo, para comérselo.





...Todo irá bien...