sábado, 24 de octubre de 2009

Melocotones helados.


La pequeña Elsa tenía problemas. Problemas que ni ella misma sabía. Su prima, Elsa grande no sabía nada, pero sufrió todos esos problemas. Por culpa de su prima se separó de su familia, se fue a otro lugar lejos de allí, a una casa grande, blanca, vacía, llena de recuerdos y de polvo. Elsa pequeña comenzó a caer lentamente mientras que los de la Orden del Grial la vigilaban, la maltrataban y abusaban de ella hasta la saciedad. Ella era el tesoro. Se creyó importante, guapa y la mejor de todas, pero pronto fue tropezando con la verdad. Al día siguiente había otro tesoro, más guapa y mejor que ella. Rodó por la ladera de la montaña hasta tropezar con los huesos de Elsita, que yacía allí mismo desde hacía 20 años, y ya no se acordaba de ella. Notó la tierra más húmeda de lo normal para aquella época, pero no pareció darle demasiada importancia. Siguió rodando hasta que el almendro le paró, corrió, huyó, acompañó corriente abajo al río hasta llegar al pueblo, llamó a la policía, siguió corriendo. La llevaron a casa, nadie la reconocía: Las cuencas de los ojos hundidas, la mirada perdida, cabizbaja, delgada con las costillas marcadas, seria, el pelo enmarañado y una gran herida en el alma. Sus padres no supieron qué hacer, en parte no creían nada de lo que ella les contaba, pero al final decidieron actuar. Lo primero, su recuperacion, lo segundo ya se vería.

En la asociación todas parecían haber sido tesoros en algún momento y todas parecían haber huido de su propia vida; recibió todo tipo de ayudas y con el paso de los años, consiguió hacer algo de vida propia.

Elsa grande supo de su reaparición a los pocos días y se alegró por su prima, aunque no por ella misma. Llamó a Rodrigo con una voz más temblorosa de lo habitual, sabiendo que éste se preocuparía al romper las normas. Empezaron a discutir y ninguno de los dos sabía porqué. Se pelearon. Elsa grande no quiso volver a casa.

Elsa pequeña se acabó suicidando dias más tarde en soledad, ya no podía más con aquella vida.

Elsita, dejó de gritar en la ladera de la montaña, no pudo sentir más dolor. Salió corriendo su espectro de niña a lo largo de la noche, bajo la luz de la luna.

Elsa grande se sintió ahogada, con más miedo que nunca, con más esperanza que nunca. No supo que hacer,empezó a hacer su maleta pero algo la paralizó, quizás no debía volver. Se sentó en la cama, con un rayo de sol en su frente y los miedos la fueron atacando acompañados por el minutero. ¿Y si era a ella a quien querían? ¿Y si se han equivocado de Elsa?. No podía pensar en otra cosa.

César y los demás esperaban su regreso pero esperaron demasiado y se cansaron. Un día por el campo, César encontró el pequeño cordón con el que Elsita se ataba las piernas para poder andar como las princesas y algo se le removió por dentro. Se alejó de allí corriendo, sabiendo dónde estaba la niña, temeroso de sentir algo extraño. Él era el único que conocía el lugar donde Elsita descansaba, él la había dejado allí.

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...Melocotones Helados.....

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