domingo, 4 de octubre de 2009

Una planta colgada del techo.

Paremos carretas y empecemos de nuevo, que no son las 3 pero el minutero no perdona. Hay personas que, al menor ruido, ya imaginan otro mundo. Por ejemplo, mi abuelo. Mi abuelo pensó al oir el choque de dos copas que habían dado las 3 de la tarde y su cara se iluminó. Nadie sabe porqué, nadie lo sabrá. Pero estoy segura de que en su mente algo cambió, un mundo nuevo se abrió paso entre sus recuerdos: alguna tarde especial, alguna comida de amigos, una misión importante. Mi abuelo era coronel, nunca lo llegué a conocer bien, siempre lo vi enfermo. Sufrió Parkinson y Alzehimer al mismo tiempo durante sus últimos años. Hoy en dia está curado. De sus nietos, pocos lo llegamos a entender o quizás a escuchar.
Yo personalmente recuerdo muy poco de él en su papel de abuelo. Su mente era como una caja de Pandora, llena de postales, recuerdos, poemas, instrucciones... Demasiado rellena, diría yo. Con tanto caos es normal que todo se le deshiciera en mil pedacitos de papel, que cayeran casi incoloros en el suelo de su ser y que se volaran con el viento.¿ Quién no se ha sentido así ?. Planificar el futuro, o quizás el dia de mañana y de repente, luchar contra viento y marea porque no se pierda el todo en conjunto, sin saber ( o sabiendo ) que, más lucha sólo equivale a más derrota. Que más piensas en SI más te recalcan el NO. Que hay días que el mundo está boca-abajo y tú estás en diagonal. Que no cuadras ni en un marco. Hay días en que la cabeza se te llena de millones de gotitas de agua helada y te impide pensar con claridad, que para un pensamiento claro que tienes, se inunda todo de vaho y pierde los colores. No me gusta el mundo en blanco y negro.
Pero hay días y días, y a veces hay que aguantar. Todo está lleno de deberes diarios, de pruebas, de cosas que el ser humano a veces no comprende o no quiere comprender. Las mentes a veces, no pueden más, y alguien que fue brillante durante muchos años, un día se levanta del revés y pierde toda noción básica, se olvida de su nombre y hasta de su edad. No sabe con quién se acaba de levantar ni por qué tiene dos piernas. Y empiezan las preguntas. Definitivamente, yo creo que son las preguntas las que vuelven mal las mentes. Pregunta, sin respuesta, vacío.
¿ Cómo no desconectar del mundo cuando tu mente no encuenta las respuestas e incluso llega a no formularse preguntas ?
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Y entonces, ves una planta colgada del techo, y todo vuelve a empezar...

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